Me llamo, no importa,
y tengo, no importa, años. Vivo en, no importa, pero en realidad soy del interior. Actualmente
curso la última materia para ingresar a una carrera que todos, al contar que la
voy a hacer, me responden “esta buena”, y en realidad ni saben qué es ni qué
voy a hacer cuando me reciba, pero temen quedar como ignorantes. No se
preocupen, yo tampoco sé.
Soy un poco
sedentaria y algo ocultamente creativa.
Mi cabeza está llena
de pensamientos todo el tiempo, nunca me dejan en paz. Pensamientos lindos,
creativos, amorosos y los peores… Los miedosos. Manejo unos miedos terribles, una ansiedad
incontrolable, en fin, una mentalidad débil. Le tengo miedo a la oscuridad, a
los espacios mínimamente oscuros, a donde sea que la luz falte, yo no quiero
entrar. Soy paranoica, no controlo mi mente… Es más fuerte que yo.
Dependo de la protección
de mi pareja y no duermo bien. Tengo pesadillas inexplicables, que me hacen
temblar toda una noche y me quitan el sueño inmediatamente.
Tengo algunos años y
no sé qué carajo hacer con mi vida y con tanta presión del sistema. ¿Qué mierda
es el sistema?
Estoy más llena de sueños
que cualquiera y el miedo me oprime todo. Soy sensible y miedosa. No puedo
parar de decir m i e d o.
Me oculto en una
coraza de valiente, orgullosa, luchadora, peleadora, cara de orto, forra, hija
de puta. Pero es mentira porque si vos
me decís fea, tonta, estúpida, imbécil o lo que sea, yo me largo a llorar y pierdo
absolutamente la poca confianza y seguridad que me acompaña. No importa quién
seas, me herís fácilmente.
Estoy golpeadísima
pero me gusta ocultarlo por eso no sano jamás. Soy consciente de todo esto y no
hago nada. Porque así somos algunos, unos pelotudos.
Me gusta la lluvia y
el otoño. Hoy es un día de esos y por eso escribo, porque no puedo más.
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